Feeds:
Entradas
Comentarios

Archive for the ‘Dudas’ Category

Ultimamente no escribo apenas, y no porque me esté volviendo vaga. Lo que ocurre es que las cosas sobre las que reflexiono no me llevan a ninguna parte, no saco una conclusión clara de ello, por lo que la reflexión es incompleta y no se deja escribir. Lo que hago es crear notas en mi móvil para así volver sobre las mismas de vez en cuando. Así que heme aquí hoy soltando una de ellas, de esas a las que no consigo sacar un veredicto, aunque a veces lo vislumbro y me asusta.

Hace unos pocos años que hice, junto con mi hermana, el Camino de Santiago. Lo hicimos solas, algo que tanto hoy como entonces no es ya «atrevido», salvo para alguna persona mayor que te puedas encontrar por esos caminos. Y nosotras la encontramos. Señora muy mayor pero perfectamente sana en apariencia. Pequeña pero fuerte, delgada, fibrosa, curtida. Negro riguroso de los pies, pantuflas, hasta la cabeza, pañuelo.

Palo en mano a modo de bastón nos saluda dicharachera y nos somete a un tercer grado nada desagradable sobre nuestra presencia en su aldea y nuestro destino. Una vez informada nos pregunta si no nos da miedo caminar solas por lugares alejados de núcleos urbanos. Entre risas y chascarrillos declaramos nuestro ausencia de desasosiego. Y ella, sin cambiar el tono aunque sí la mirada, nos da el consejo que a su entender está obligada a dar. Cogiendo el palo con ambas manos escenifica de manera precisa qué hacer con nuestro bastones si nos encontramos en una situación de peligro, mientras nos dice que no debemos dejarnos vencer por el miedo y que la mejor salida es «clavárselo (el bastón) hasta el corazón» sin dudar. Me parece estar viéndola, acompañando la frase con la energía de quién está visualizando lo que ha de hacer y enfatizando en su forma de hablar.

Esa buena mujer, en una situación extrema, mataría a un hombre sin dudarlo con la misma tranquilidad, entendiendo tranquilidad como algo que es necesario, con la que mata un pollo para comer. Y eso es lo que me hace reflexionar a menudo sobre ella y su manera de actuar. Ese primigenio instinto que persiste en muchas personas en su misma situación y que les ayuda a separar los sentimientos de los actos. Y es que o matan o mueren. Así de sencillo era todo hasta hace muy pocos años. Ahora tenemos a quién mate por nosotros, para encontrarnos el filete de pollo en una bandeja. Y juez que decida si quién nos ha hecho daño debe ser castigado. Y en este último caso entiendo que así debe ser en una sociedad civilizada, pero algo me dice que esta mujer no iría por ahí clavando el bastón a la gente. Sólo a quién le atacara, y bastaría medio segundo para saber quién es el culpable y el otro medio para juicio, veredicto y ejecución. El problema de nuestra sociedad actual es que hay tanto ser humano corrompido que nos hemos visto obligados a desconfiar de todo el mundo, hasta tal punto que es necesario un juicio con abogado defensor para el «malo». Porque hoy en día el «malo» ya no es de ley, no va de frente atacando y exponiéndose al castigo de manera inmediata. Ahora el «malo» se viste de señora mayor y dice que la han atacado por lo que hace falta un juicio para intentar dilucidar la verdad. Y a veces la verdad no aflora y el juicio es injusto, y yo me pregunto si vale la pena disfrutar de la comodidad de encontrarnos el filete de pollo en la bandeja, o deberíamos tener que mancharnos las manos de sangre para no perder la perspectiva de la realidad.

Read Full Post »

Vaya por delante que no sé muy bien sobre qué puñetas quiero barallar hoy. Es decir, tengo clara la idea que me ronda toda la tarde por la cabeza, pero no sé cual es el fin concreto que persigo contándolo aquí.

A veces, cuando estoy sola, murmuro, con el tono de voz suficiente como para poder oirme, que no puedo más. Y cada vez que lo hago, cada vez que lo verbalizo, soy consciente de que jamás nadie me ha escuchado decir tal frase. Y lo puedo decir sin temor a equivocarme. Nadie, nadie, ha escuchado de mi boca las palabras «no puedo». Y, lo que vislumbro que pueda ser el origen de este post, es que no sé si hago bien o mal. Ni siquiera sé si tal dilema debería planteárseme. ¿Por qué habría de ser bueno o malo? Cada uno es como es. El problema de todo esto es que todo el mundo me lo reprocha. Pero todos los que me lo reprochan no son en absoluto coherentes con su propio discurso ya que ellos también se aprovechan de mi inexistente «no puedo».
A ver si me explico mejor. Supongamos que cada parcela de mi vida es una letra, así podríamos decir que mi familia más directa, esto es, padres, hermanos, etc, son A, que mis amigos son B, que mi trabajo es C, y así sucesivamente. Pues bien, A se queja de cómo me comporto en relación a C, C en relación a B y B en relación a A. Así hasta el infinito. Todos ven la paja en el ojo ajeno; todos me animan a quejarme, a no ceder, y hacen verdaderos esfuerzos en convencerme para que diga «no puedo», Pero no es esto lo que me defrauda de ellos, sino, repito, la incoherencia de sus discursos, ya que todos, sin excepción, de una manera u otra me piden lo mismo que me reprochan. Y, aunque nunca lo parezca, me duele que ninguno sepa ver más allá; ninguno ve, ni valora, que no sé otra manera de hacer las cosas que no sea dando de mí un doscientos por cien. Pero esto no se le reconoce a humilde ser humano de a pie. Si todo este esfuerzo que realizo lo hubiese volcado en la pintura, o en la música, o en la medicina, o en cualquier otra actividad con reconocimiento social, mi comportamiento sería, sin lugar a dudas, digno de alabanza, Pero sólo soy Vitruvia, la tonta de la que todo el mundo se aprovecha (¡ojo!, esto siempre según todos ellos)
Lo que me jode de todo esto es que sé que muy en el fondo tengo una pequeña necesidad de toparme con alguien que valore mi manera de vivir, mi manera de entregarme en todo y a todos, alguien que me vea medio llena y no medio vacía. Pero que nadie me pregunte de qué manera me gustaría que ese alguien me hiciera notar que sí me ve como soy, porque no se me ocurre absolutamente nada que no choque frontalmente con mi aparente convencimiento de que es suficiente que con que yo sepa como soy. Y es que hasta que he escrito esta entrada así lo creía.
En fin.

Read Full Post »

La naturaleza, pese a parecerlo, no es perfecta. Ha logrado mantener la apariencias durante millones de años, pero ha cometido un error de bulto: escupir seres humanos al mundo dotados con la capacidad del pensamiento. Una de dos, o es cruel o temeraria; kamikaze incluso, diría yo, porque descubierto el error podemos, en nuestra desesperación, volvernos contra ella.
Cualquier otro ser vivo lleva en sus genes una sencilla hoja de ruta: nacer, crecer, reproducirse y morir. No aspiran a más. Nosotros, en cambio, no tenemos claro qué leches pintamos aquí. En un triste afán por encontrar nuestro cometido nos dedicamos, desde que fuimos conscientes de nuestra diferencia, a fabricar cosas innecesarias para nuestra supervivencia. Y no encontrarlo, no saber, nos lleva a seguir llenando el planeta de trastos inservibles, trastos cuya construcción mantiene ocupadas nuestras mentes protegiéndonos así de caer en la cuenta de cuán desgraciados somos: podemos pensar, pero jamás hallaremos conclusiones, sino que cada respuesta hallada nos abocará, indefectiblemente, a nuevas preguntas, espiral tan infinita como infinito es el universo.
Y si todo esto no es cierto, si estoy equivocada, quien defienda lo contrario que me conteste: ¿por qué me muero por un abrazo y a cualquier intento respondo con un zarpazo?

Read Full Post »

Imaginemos, por un momento, que una persona honrada decide un día emular a las grandes empresas y jugar con los plazos y los márgenes de, pongamos por caso, la lectura del gas. Imaginemos que tras ocho años dando la lectura real como un clavo, decide un día liarse la manta a la cabeza y da una lectura «maquillada» a la baja en cuanto a lectura real, aunque paradójicamente sea al alza en relación a meses anteriores, a la espera de una hipotética, a la par que ansiada, recuperación económica. Imaginemos que por hazar en ese período llega a la puerta, sin aviso previo, un inspector que jamás había aparecido, y que, ante las dudas sobre su autenticidad, habida cuenta de lo que se oye por ahí sobre estafadores, la persona honrada decide no abrir hasta no constatar por teléfono con la empresa que le suministra el gas, que ese inspector, efectivamente, existe. Imaginemos que, para más inri, ese mismo día nuestro honrado protagonista descubre que está roto el finísimo cablecillo del precinto del contador.
¿Qué hará el, supongamos cabreado, inspector cuando vuelva? ¿Qué consecuancias tendrá el haberle dejado en la calle? ¿Cual será su reacción frente al cable roto? ¿Tendrá en cuenta que, estando roto el precinto, lo normal sería que la lectura fuese mucho menor, o al menos igual, y no bastante mayor? ¿Tendrá en cuenta que en el mueble donde está el contador se guardan, cada mes, 70 litros de leche, y que alguna de las hijas de nuestro honrado protagonista puede haberle dado un mal golpe en el trasiego diario? ¿Sabrá diferenciar las excusas reales del nuestro honrado amigo de las que, seguro, está acostumbrado a oir de «profesionales» de la estafa? ¿Cómo puñetas se apañarán estos estafadores para poder llevar a cabo sus empresas? porque una, que lo ha intentado con ahínco, ha fracasado estrepitosamente, y con el añadido de la mala suerte.
Ah! y he robado una toalla de playa, pero vamos por partes. Las condenas, de una en una, por favor.

Read Full Post »

Cada día que pasa, esta que escribe se convence más de cual será su penúltima morada. Sólo espero que tenga orientación sur y vistas al mar, y que el resto de locos que integren, junto a mí, la lista de residentes del manicomio no sean excesivamente ruidosos.
A este convencimiento me lleva comprender que no sabré sobreponerme, precisamente, a la incomprensión que mis allegados llegarán a tener de mi manera de pensar, de mi eterno darle vueltas a todo. Me dejaré la piel intentado averiguar razones, completamente inútiles, a todo lo que me rodea. Y esto les llevará a ellos a no comprenderme. Puede que la simple exposición de esta idea mía sea un pasito más en mi camino hacia tal destino.
Ando ahora buscando explicación a los motivos que nos llevan a discutir. Me gustaría tener claro qué nos reporta en cualquiera de los supuestos que pueden darse. A saber, placer puro y duro por la discusón en sí, o el placer hipotético que puede sentirse al conseguir cambiar el parecer del contrincante por el nuestro. A mi ultimamente me ocurre que en mitad del fragor dejo de prestar atención al de enfrente para discutir mentalmente conmigo misma cual de los dos supuestos persigo. Y sin tiempo para llegar a una conclusión paso a lamentarme porque, en caso de conseguir el segundo supuesto, puede que haya, entonces, dos personas equivocadas en lugar de una sola.

Read Full Post »

Jugar con fuego

Heme aquí, intentando inquirir cómo se comporta una frente a los rumores ya que no siempre reacciono igual. Unas veces me los creo; otras no.
Rumor tiene una definición preciosa: voz que corre entre el público. Sin embargo, le tenemos cuasi como sinónimo de falsedad. Consecuencias de ir de boca en boca, supongo.
Sea como fuere, hay un rumor que vengo escuchando desde niña que habla de los incendios provocados. Y este rumor, aunque tenga una definición bonita, tiene un contenido feo, ya que la voz que corre es que todo incendio provocado tiene detrás a quién paga por extinguirlo. Es vox populi que pagan al tonto del pueblo y le meten la cerilla en la mano. Y a una le gustaría no creerlo. Le gustaría tener razones que dinamitaran cualquier posibilidad de que ello fuera cierto. Pero España y sus costumbres juegan en contra. En nuestro adorado país de pandereta estar a la espectativa no es productivo. No está bien visto pagar por estar de brazos cruzados. Así que, démosle trabajo a los brigadistas, que no se pasen el verano mano sobre mano, pongamos un fuego en sus vidas que les haga sudar el salario.
Y luego pasa lo que pasa. Enterramos a los muertos, y aquí paz y después gloria.

Read Full Post »

No me da miedo la muerte.
Estando embarazada de mi primera hija, tenía, a ratos, tal angustia, que debía echar mano de la lógica para serenarme un poco: todas las mujeres, durante miles y miles de años, han parido, y aquí estamos los humanos. Pensaba esto para no morirme de miedo, pero no era miedo a morir, era, supongo, miedo a lo desconocido.
Con respecto a la muerte no me da miedo, ni siquiera, lo desconocido. El sentimiento que me provoca no es ni más ni menos que rabia. No una rabia transcendental que esconda reflexiones muy profundas. Es rabia de andar por casa. La misma que me entraría si sacase la entrada del cine y por alguna razón hubiera de salirme de la sala a media película.
El mundo es tan grande, y lo que podemos llegar a vivir es, en comparación, tan corto, que me jode no tener tiempo para todo.
Y lo que es más jodido es que no hay margen de error. O coges a tiempo el camino acertado o te vas a la mierda. Así de sencillo.
Siempre hay el que le echa bemoles y cambia de rumbo, pero son los menos. A mi me faltan agallas, porque lo que me juego no es mío. Una tiene el defecto de la responsabilidad. Lo que en el pasado era mi futuro no es ahora otra cosa que tres presentes, y lo que acojona es no tener nada que ofrecerles.
El tiempo pasa, y el paro, como el mundo, es casi infinito, pero la subvención, como la vida, es limitada.

Read Full Post »

Hay un refrán por estos lares al que yo me agarro mucho cuando se trata de echarle valor a algo. Reza así: «O que no cu ten que levar, non ten nada que esperar», que traducido viene a ser algo así como que el que tiene que pasar por algún trance poco agradable, cuanto antes lo haga, mejor. Pues bien, esta vez no me está siendo de mucha ayuda el refrancito, y es que estoy postergando una conversación pendiente que me da pánico afrontar.
Dicha conversación tiene por objeto una reconciliación que, reconozco, creo que no deseo mucho, y es que la misma no me reportaría más que seguir sometida a una amistad que sólo presume de serlo. Y digo esto porque si fuera una amistad verdadera, para empezar, ya no me daría miedo la conversación.
La otra parte está deseando retomar el contacto, pero, como digo, yo no lo tengo tan claro. No sé cómo hacerle entender que no vemos la amistad de la misma manera, y sé, porque la conozco desde que nació, que no le gustará nada que le haga ver que yo quiero otra clase de relación. Una relación que no me obligue a, entre otras cosas, tener las puertas de mi casa abiertas hasta las taitantas de la madrugada porque a ella no le apetece irse a la suya, o a tener que coger el teléfono sí o sí, porque si no le cojo molesta a toda mi familia hasta que dé conmigo, o bien luego me lo reprocha de manera subrepticia.
Yo soy consciente de que tengo más de ermitaña que de relaciones públicas, pero soy feliz así y no me parece de recibo que me reprochen esto.
De una cosa estoy segura, me quiere. Pero a veces, querer no es suficiente.

Read Full Post »

Me harto de decir que no le tengo miedo a nada, porque, en apariencia, es cierto. Nada más lejos de la realidad. Lo que ocurre es que esos miedos afloran de uno en uno, y sólo cuando ya se me ha pasado la paranoia que el anterior me había provocado.
No voy a enumerar aquí todos esos miedos míos. Bueno, no en esta entrada, porque si buceamos en este blog….
Cada paseo, aunque sea por el mismo lugar, es diferente. Es una cosa que me maravilla. Dependiendo de la compañía, de la conversación e incluso del estado de ánimo, puede parecer que paseas por un lugar distinto.
Hace pocos días tuve la oportunidad de disfrutar de uno de esos paseos con mi mayor. Catorce años, y no paramos de hablar. Hora y media de paseo del bueno, del de caminar pausado y conversación placentera, y volvimos con la sensación de que se habían quedado en el tintero pensamientos que compartir para llenar tantos paseos como años sumamos entre las dos. Hablamos de lo divino y de lo humano, de incomprensiones compartidas, de aficiones comunes y desencuentros que sabemos serán perennes. Y así hasta el infinito.
Luego, durante mi acostumbrado insomnio, la emoción se hizo un hueco entre mis pensamientos. Y el miedo no iba a ser menos. Casi simultáneamente se hizo presente, y lo hizo para recordarme que un día, sin fecha a priori, y puede que ni a posteriori, es posible que no tengamos motivos para pasear juntas, o que, aunque lo hagamos, de nuestras bocas sólo salgan palabras.

Read Full Post »

Mona de feria

A veces me pongo a soñar despierta, que es la única forma que conozco para dominar los sueños y elegir el tema a mi antojo. Y me gusta soñar qué haría si tuviera un porrón de pasta. Sí, sé que el dinero no da la felicidad, pero no seamos hipócritas, tenerlo quita preocupaciones, y no tener éstas ayuda muy mucho a ser feliz. Luego le doy la vuelta a la tortilla y empiezo a pensar que tener mucho dinero no te deja vivir tranquilo, porque aunque los motivos para tener las susodichas tengan otro cariz, en esencia te hacen sentir lo mismo.
Lo que nunca me ha dado por soñar es con tener poder. Qué cosas. Será que para tener dinero vale cualquiera, y por lo tanto soy tan buena candidata como él que más, y puede que para tener poder se necesite un cuajo del que yo carezco. Porque tal como yo veo el patio los poderosos de ahora lo son de pacotilla y en vez de ejercer el poder están sometidos a él, y para muestra, los Obama.
Y llegados a este punto una para de soñar para ponerse a elucubrar, con la nada desdeñable intención de averiguar qué carajo de deuda tendrá los de eeuu (así, con minúsculas, que este es un blog de tono coloquial) con nosotros, los españolitos, para tener que mandar nada menos que a su primera dama a lucirse como un mono de feria.
Me voy a la playa, eso sí, en escapada privada, que yo ni poder ni dinero. No hay mal que por bien no venga; nadie fotografiará mis Michel(le)ines.

Read Full Post »

Cangrejos

Hace unos días me vi en la obligación de denunciar un grupo de Feisbuc, gracias a mi hermana que me instó a ello vía enlace, cuyo nombre ya lo dice todo: «Hay que pegar a las mujeres una vez cada tres meses para que se ubiquen». Cualquier calificativo que ahora mismo me vuelve a brotar mezclado con la náusea se queda corto. Y más nauseabundo me parece que tuviera xmil seguidores, de los que, por lo que pude ver mientras buscaba el punto concreto donde pinchar para denunciar, algunas, aunque imagino eran más de unas pocas, desgraciadamente, eran mujeres. Y las preguntas, como supongo que os sucederá a vosotros, me vienen a borbotones, aunque se resumen en una: ¿cómo carajo, siendo mujer, puedes hacerte fan de algo así?
Que nadie se lleve a engaño, que ser hombre y ser fan es igualmente abominable, pero siendo frios, y analizandolo por encima el hecho, tras cada hombre que se hubiera hecho fan de tal grupo podría esconderse un maltratador con lo que la lógica imperaría, pero ¡¡una mujer!!
No hay conciencia social de lo grave que es este asunto, no la hay, y mientras esto no suceda, habrá mujeres, como podríamos ser cualquiera de nosotras ¡coño!, que no verán la luz al final del puto túnel.

Read Full Post »

Cada día me reafirmo más en mi creencia en que de todo, en esta vida, se obtiene algo positivo. Cualquier circunstancia es adecuada para aprender de ella, para sacar alguna conclusión que nos ayude a ser mejores personas, o cuando menos a intentarlo.
Tengo en casa, circunstancial y temporalmente, a alguien que destila odio a manos llenas*. Boss y yo le damos muchas vueltas al tema, y le buscamos una y otra vez explicación a tal hecho, aunque sin éxito. Nos está resultando realmente incómoda esta convivencia, que es, en cualquier caso, inevitable cada verano.
Por otro lado, ayer, tarde de playa y reflexiones, efecto colateral lo segundo de lo primero, elogiábamos, en el transcurso de una conversación que muta de lo trivial a lo serio con la misma facilidad con que uno se levanta o se sienta, elogiábamos, decía, a un familiar cercano por su generosidad, virtud de la que no presume pero que salta a la vista de cualquiera que le conozca minimamente. Es, realmente, la persona más generosa que conozco, tanto si nos referimos a bienes materiales como a asuntos de cualquier otra índole.
Hablando y hablando llegamos al punto casi inevitable de relacionar y comparar, algo feísimo por otro lado, al primer personaje citado hoy con el segundo, y la conclusión unánime fue que nuestro odiador, odiadora en este caso, vería intereses ocultos en la generosidad de nuestro hombre, y es que, desgraciadamente, a veces, las virtudes y los defectos de la gente no están tanto en quién los porta sino en los ojos de quién los mira.

Actualización necesaria tras nueva reflexión: ¿Estará el defecto de nuestra odiadora en nuestros ojos? ¡Joder, que complicado es esto de jugar a filósofos!

*En este punto la palabra inicial era «espuertas», pero una vez más el diccionario me ha devuelto la patada.

Read Full Post »

Una incógnita

Cuando me pongo a escribir, el primer enlace que abro, para tenerlo a mano, es el de la Real Academia Española, (por dios, que rimbombante me ha sonado eso), osea el diccionario. Es un vicio. Me encanta saber exactamente qué escribo.
Me he dado muchas veces de bruces con palabras que usamos con una asiduidad extraordinaria y que resulta que no existen. Hoy, sin ir más lejos, para el tema sobre el que en principio iba a ir mi entrada, he querido saber el significado concreto de «civilizado» y me ha salido en rojo, como suele ser habitual en estos casos y como si de una acusación se tratase «La palabra civilizado no está en el Diccionario». Lo primero que he pensado es que no lo había escrito bien, pero tras comprobar una y otra vez que cada letra estaba en su justo orden no me ha quedado otra que creérmelo. Como también soy una quisquillosa para los matices, he pensado que tal vez ese «no está en el diccionario» se refería a que no está en ese diccionario concreto, en el de la red. Pero, tirando de diccionario enciclopédico de toda la vida, el de la estantería de mi pared, el resultado ha sido el mismo. Civilizar y civilización sí están, «civilizado» no está.
Y ahora me pregunto ¿por qué no está? Ya sé que hay palabras nuevas que se van incorporando a medida que su uso se va haciéndo cada vez más común, pero yo oigo «civilizado» desde que tengo uso de razón. Entonces…
He probado, en mi tozudez por entender las cosas ipso facto, a poner otras palabras terminadas en «ado». Desayunado no está, pero desmayado sí. He pensado entonces que lo acabado en «ado» puede ser que no esté ya que son tiempos verbales. Para comprobar mi hipótesis he metido a destajo palabras acabadas en «ado»: obcecado, estructurado, analizado, condecorado… y todas con el mismo resultado: No está. Perfecto, podría decirse que he dado con la clave. Pero ¿por qué sí está «desmayado»?

Ainsss, ¡qué falta nos hace Don Gerundio!

Read Full Post »

Una duda

Ultimamente ando buscándome en el diccionario. Salto de página en página persiguiendo una definición que parece querer jugar conmigo al escondite. Y a falta de ésta, una, que, dicho sea de paso, nunca tiene una visión muy clara de sí misma, va aprovechándose de las opiniones ajenas sobre si para vislumbrarse, y claro, aparecen dudas como setas.
En una discusión reciente que he tenido me han llamado soberbia, y he de reconocer que quien de tal manera intentó herirme hizo diana. Me gustaría poder afirmar que sólo fue momentáneamente, pero tras meditar lo acontecido la herida sigue abierta.
Todo deriva de la poca ayuda que suelo necesitar animicamente. Me hundo con mucha más facilidad de la que sería deseable, pero sé salir sola. No puedo evitarlo. Necesito salir sola, es lo único que me blinda frente a nuevos bajones. Puede que esta manera de actuar sea difícil de comprender para algunas personas, pero no creo que una actitud sea mejor o peor que la otra. Son opciones, maneras de ser. Y si ello me retrata como soberbia no me queda otra que asumirlo, pero si, por algun pequeño matiz, quedara excluida de esa categoría el dolor persistiría porque habría estado discutiendo con alguien que ni siquiera me conoce.

Read Full Post »

Tal vez sería más correcto titular esta entrada de otra manera. Se me ocurre, por ejemplo, que debiera llamarse «una obsesión», pero, como no lo tengo claro, la dejaré tal cual está.
Y es que una de mis aficiones ha devenido en «ello» (léase «pasión» u «obsesión» una vez leída el resto de la entrada).

La cuestión quedaría perfectamente resumida en una frase: He pasado de ocupar mis ratos libres leyendo a buscar y acumular desesperadamente ratos que dedicar a la lectura.
He pasado de comprar los libros de uno en uno a comprármelos de dos en dos. Como cualquier otro adicto con cualquier otra adicción he necesitado echar mano de restos mal aprovechados en tiempos de bonanza, rescatando así libros, los pocos, que formaban parte de mi biblioteca sin que hubieran pasado por mis ojos. Y he tenido una muy seria conversación con Boss, ya que soy plenamente consciente de que «ello» no ha hecho más que empezar, por lo que el gasto que nos acarrea nos privará de otros pequeños, aunque cotidianos, placeres, y de que habrá días, esos que él, generosamente, se olvida de mi, que no daré ni los buenos días, como ya viene sucediendo con las maratones sillón/libro de los domingos.
Afortunadamente sabe cocinar, así que no moriremos de hambre.

Read Full Post »

Problemas

Hay temas jodidos de abordar para mi, porque sé que puedo no ser objetiva y eso es algo que siempre me asusta un poco.
Hace días que en todos los medios de comunicación fue noticia un niño de Orense con sobrepeso. Yo le presté especial atención porque en mi casa tengo ese «problema», y ahora explicaré el por qué de las comillas. No voy a pronunciarme sobre el caso concreto de esa familia porque desconozco muchísimos detalles, pero expondré mi experiencia concreta para que tengamos, en lo posible, otra visión del tema.
Mi mediana tiene sobrepeso. Tiene once años y pesa alrededor de setenta kilos. Aquí daré también un dato que a mi me ha faltado siempre en todo este tema, y es la altura, que aunque no lo parezca es fundamental, ya que no es lo mismo pesar setenta kilos midiendo 1.40 que pesar setenta kilos midiendo 1.70, que es lo que mide mi hija. Arrastramos este «problema» desde prácticamente su nacimiento. A los dos meses ya doblaba lo normal en el percentil (esto es la tabla de referencia para pesos y tallas que utilizan los pediatras) cuando sólo se alimentaba de leche, por lo que no creo que sea un problema de mala alimentación. Y nunca, nunca, ha estado dentro de los parámetros normales.
Las visitas al pediatra para las revisiones a mi me provocan siempre unos nervios terribles, porque ya me sé de memoria el sermón: esta niña tiene demasiado peso, a esta niña hay que controlarle más la comida, esta niña debe hacer más ejercicio, esta niña…… bla, bla, bla.
Llevo sin dejar disfrutar una comida a esta niña unos siete años, con el consiguiente estrés emocional que eso conlleva, para ella y para el resto de la familia. Llevo todo ese tiempo dándole a las otras un mimo en forma de galleta de príncipe o de onza de chocolate siempre a escondidas de su hermana, algo que para mi sí es un problema. Pero a los médicos sólo les importa la puta salud física, y hacen caso omiso de la salud mental. Nos bombardean con campañas contra la anorexia, contra la importancia excesiva que damos al aspecto físico, sin embargo si te pasas de peso te ma-cha-can. Pero, ojo, te machacan de boquilla, porque a la que pides un endocrino para que te ayude a controlar ese «problema», lo primero con lo que te enuentras es con una negativa, ya que «a estas edades» no es recomendable un régimen tal como lo conocemos. Todo lo que hacen es darte una serie de consejos (consejos que cualquiera con dos dedos de frente ya ha puesto en marcha) como pueden ser lo de no cenar en exceso, no comer entre horas, comidas a la plancha, frutas y verduras… y te dan un papelito con la pirámide de los alimentos. A eso se reduce la ayuda, a eso y a tener un control de peso, que no es otra cosa que aparecer por allí una vez al mes a que se pese la niña, y a recibir la bronca porque no ha bajado nada (así que tengo motivos para pensar que el «seguimiento» al que se refieren en la noticia también se reduce a eso).
Luego estan las contradicciones entre médicos. La anterior pediatra de mi hija me dijo, cuando la niña tenía seis o siete años, que no se puede hacer adelgazar a un niño de esa edad, sino que lo hay que conseguir es que no suba de peso, y la psicóloga que ahora la atiende lo primero que le ha retirado es ese control estricto sobre la comida, porque le afectaba, y mucho, a su autoestima, incluso más que el complejo físico, que a decir verdad nunca ha sido muy acentuado. Mi hija cada vez que hace un gesto tan normal como alargar la mano para coger un último trocito de pan, o para coger de la bandeja algo que no está en su plato, lo hace tan furtivamente, mirando de reojo a quien le pueda echar la bronca, y con tanto miedo que estoy convencida de que no puede ser sano para su autoestima lo que hacemos con ella, como ya queda constatado con la necesidad que ahora tiene de ser asitida por un psicólogo, ya que los problemas de conducta que presenta tienen origen, en un grado bastante elevado, en las diferencias que ha tenido que soportar en la mesa en relación a sus hermanas.
No dudo que haya padres que atiborren a sus hijos, no pongo en duda la buena fe de algunos médicos, pero cuando intuyes que la genética está jugando en contra, y esos médicos te tratan haciendo caso a la generalidad, te entran ganas de cagarte en todo.
Aclaro que mis otras dos hijas tienen un peso completamente normal. Aclaro que mi mediana es la que más sano come de las tres. Aclaro que en mi casa no entra un sólo bollo, ni una sóla comida precocinada, ni golosinas, ni gominolas, ni caramelos, ni ná, y lo poco que entra, como digo, es o galletas o chocolates y a escondidas, algo que os aseguro rasga el corazón más duro. Y aclaro, por último, que pocas cosas hay más dolorosas que negar, no una, ni dos, ni tres veces, sino toda una vida (triste período de once años) la comida a un hijo.

Y me callo mi opinión sobre la condición gitana del niño, y me callo la opinión que me merecen estos «veladores de la salud» que quitan niños por sobrepeso pero no quitan niños con déficit de alimentación porque los síntomas no son tan evidentes. En fin, me callo.

Read Full Post »

Siempre me han dado miedo los catastrofistas, que como dice aquel «haberlos haylos».
Estos días son muchos los pueblos que están sufriendo inundaciones, graves inundaciones, que no son deseables para nadie. Y en estos casos nunca faltan voces que se alzan para asustarnos con la llegada del cambio climático. Y a mi me da la risa. Lo siento, pero no me lo creo.
Y no me lo creo porque cada vez que los catastrofistas, o lo que a veces es lo mismo, los medios de comunicación, nos presentan las estadísticas, estas mismas son las que me tranquilizan. A saber: la noticia puede ser que «estas son las peores inundaciones en 85 años». ¡Ah, caramba! osea que hace 85 años ya pasaba esto, con la suposición añadida de que seguramente antes de esos 85 años todavía no se dejaba constancia, o no se llevaran a cabo, este tipo de estadísticas, algo muy probable. Cuando a mi me digan «Estas son las peores inundaciones conocidas» entonces empezaré a asustarme, aunque no confío mucho en que puedan dar esa noticia, la verdad, y sino que se lo pregunten a Noé, que hace unos dos mil añitos ya andaba con el arca de aquí para allá. Yo no soy creyente, pero eso no quita que esté convencida de que el que escribió la Biblia oyó campanas aunque no supiera donde. Eso sí, antes no había corresponsales por doquier que dieran información de qué se ha inundado y qué no, por lo que el dichoso diluvio pudo haber sido cuatro gotas que cayeron todas juntas en un punto concreto, anegándolo, y a tres mil km de allí luciera un sol de aupa, que el mundo es muy grande, leches.
Conclusión, que sí creo que hubiera diluvio, que sí creo que el que vio auga en 100 km a la redonda creyera que el mundo estaba, todo él, así. Otro tema es que crea que el «diluvio» lo mandó dios.

Read Full Post »

Donde fueres… …

Tengo un poco de miedo a, con el tema de hoy, estar jugando con fuego. Como siempre, todo lo que vierto aquí es sólo mi opinión, y no tiene más valor que el que cada uno quiera darle.
He tenido muy a menudo discusiones con una prima mía debido a las normas del colegio en nivel infantil. La razón es casi siempre la misma: poder llevar o no mochila, poder merendar un determinado alimento o no, y así hasta el infinito. Siempre me ha costado convencerla de que no se trata del tamaño de la mochila, o del gusto de la niña, sino de acostumbrarlos a cumplir y respetar las normas, sean las que sean. Pues nada, ella se empeña en… ¿cómo podría decirlo?, individualizar esas normas y centrarse en que su niña no molesta a nadie llevando mochila y no la obligatoria bolsita de merienda que han de llevar. Si hay normas hay que cumplirlas, nos gusten o no, y sino nos vamos a donde las que haya nos gusten o podamos saltárnoslas.
Si extrapolamos esta conclusión a lo que ha pasado con Fátima Hssisni no es difícil imaginar lo que pienso. Me arriesgo a ser tratada de racista, y me daría pena que eso sucediera. No conozco en profundidad todo lo que hay detrás de este tema, así que generalizaré. Y generalizando entiendo que hay gente que se va de su país porque las cosas allí no van bien, y generalizando más, pero centrándonos en paises de mayoría musulmana, las cosas no suelen ir bien porque el equilibrio entre religión y sentido común está descompensado, absorviendo la primera todos los esfuerzos de la gente. Y esa gente huye a países donde las cosas funcionan mejor. Y yo, con todo mi ignorancia por delante, me pregunto: si aquí las cosas funcionan mejor que allí, ¿por qué no aceptarlo? ¿por qué perpetuar aquí lo que no ha funcionado allí, y que cada día sigue destruyendo pueblos y vidas?
Me gustaría mucho comprenderlo, porque lo entiendo pero no lo comprendo, e invito a cualquiera a que me dé una razón o una explicación convincente a todo ello.

Read Full Post »

Con motivo del comienzo del curso escolar, y de la vuelta al trabajo de Boss, vuelvo a tener un montón de tiempo para mi; concretamente una horita escasa. Y no sé qué hacer con ella. Entendámonos, no sé por cual de las mil tropecientas cosas que quiero hacer decidirme.
Antes lo tenía muy claro y, como ya di cuenta en este blog, esa hora la dedicaba a leer en una cafetería mientras me tomaba el cafecito. Con la inclusión de Boss en las listas del paro esa costumbre quedó un poquito aparcada. A raíz de una recomendación médica, Boss empezó a caminar por las mañanas para coger un poquito de fondo y empezar a correr, pero hete aquí que la que le cogió el gusto al ejercicio mañanero fui yo. Ahora me debato entre irme a leer o irme a (casi) correr, habida cuenta de que cualquiera de las dos actividades he de realizarlas no antes de las nueve, que es cuando dejo a las niñas en el cole, y no más allá de las diez, que es cuando ha de empezar mi jornada de ama de casa.
Ainsss, puede parecer una bobada pero no consigo ponerme de acuerdo conmigo misma, y todo por tozuda, porque la mejor opción es dedicar días alternos a ambas actividades, pero es que quiero las dos cada día, y no me cuadran los horarios. Evidentemente ya he barajado la posibilidad de levantarme a las seis e irme a correr antes de que haya vida en mi casa, pero tengo serias dudas sobre poder llevarlo a cabo, ya que apenas duermo por las fantasías de mi chica, que ve fantasmas noche sí noche también.
Lo que está claro es que tengo que cerrar el planing ya, porque cuando no leo todo lo quiero (que es mucho) me pongo de un humor que no me lo soporto ni yo misma, y, por otro lado, mi volumen ya no lo soportan ni mis huesos ni mi ego.

Read Full Post »

Desnudeces

Este año habrá más de un meteorólogo contento: por fin llueve en Galicia en verano. Sí, decididamente, éste está siendo un verano de mierda. Así que voy poco a la playa. Bueno, esto no es del todo cierto, yo voy aunque me llueva, como me pasó antes de ayer, que pensé que mi mediana me salpicaba y lo que ocurría es que empezaba a llover.
A lo que voy. Mi playita es pequeña, apenas una franja de unos 50 metros de largo por tres de ancho cuando la marea está alta. Vamos prácticamente los mismos usuarios todos los días, incluso podría decirse que tenemos cada uno nuestro sitio. Alguna vez viene alguien que no es habitual y no levanta más expectación que la propia de lo inusual. Es decir, evidentemente vemos que hay alguien nuevo pero nada más. Pero este año hay una chica nueva. Viene casi cada día. Unas veces sola y otras acompañada. Y con los días que hace que viene ya deberíamos -bueno, hablo por mi- haberme acostumbrado a su presencia si no fuera por un pequeño detalle: practica el nudismo.
Presumo de tolerante, pero esta niña me ha puesto en las narices que no lo soy, al menos no tanto como creía. Y me da mucha rabia. Cada día me pregunto a mi misma por qué me molesta que esté desnuda en la playa. Mis hijas lo ven tan natural que ni siquiera han reparado en ella. Y si me preguntaran sobre ella, sobre la chica, tengo clarísimo que defendería su actitud, y les haría ver que la desnudez es tan natural como comerse un bocata de chorizo, porque realmente así lo creo. Entonces por qué puñetas me molesta su presencia.
Hace unos días llegué a la conclusión de que lo que me molesta no es que esté desnuda sino que lo que me enfada es que se salte las «normas». Vale ¿qué normas? En la playa hay carteles que indican la prohibición de tirar basura, de llevar perros en época estival, etc… … pero no hay carteles que impidan practicar nudismo, por lo que la norma está en nuestra estúpida cabeza. No hace daño a nadie. Nadie parece molestarse con su presencia, a pesar de que casi todas las habituales pasan de los sesenta -algo que me hace sentir cierto orgullo interno-, entonces, donde está el problema.
Creo sinceramente que lo que me molesta, en realidad, es que me ha dejado desnuda a mi, sin mi bonito traje de tolerante.

Read Full Post »

Hacedoras de arte

Siempre que algun genio deja este mundo siento exactamente lo mismo: rabia. No rabia porque se muera sino rabia por lo que se lleva consigo. Todas las genialidades que se quedan sin realizar y que podrían habernos ofrecido convirtiéndonos así en un poco menos ignorantes. Y mecánicamente me imagino sus manos, ya inertes; manos que dieron forma, de cualquier manera, a todo lo que en sus cabezas bullía, convirtiendo el resultado en arte.
¿Y qué es arte? Yo no sé la respuesta, y no quiero saberla. Yo quiero seguir disfrutando de todo lo que me hace sentir con mayúsculas sin necesidad de seguir estrictamente los mandatos de una definición que ponga coto a mi heterodoxa capacidad sensitiva. Supongo que cada hacedoras hacendosas uno tenemos nuestros genios de cabecera, y los baremos que nos llevan a elegir unos u otros son tan dispares que ahí reside, a mi parecer, la grandeza del arte.

Read Full Post »

Puntos y comas

Hacía tiempo que no tropezaba conmigo misma. Hace ya un tiempo que mi devenir diario fluye sin contratiempos incontrolables. Es decir, vivo y me suceden cosas, pero ninguna consigue, últimamente, bloquearme. Ya sabéis, lo que no te mata te hace más fuerte. Y en ello estoy.

Decía lo de tropezarme conmigo misma porque lo analizo todo de manera enfermiza. Y si lo que has de analizar es algo importante, pues mira, son cosas que pasan, pero si es una chorrada…

Dándole vueltas creo que analizar no es el término correcto. Y, dándole más vueltas aun, no sé cual podría serlo. El caso es que estoy leyendo El hombre duplicado, de José Saramago. Siempre me ha resultado fácil y muy gratificante leer a Saramago. De hecho mi libro favorito, y a mucha distancia de todos los demás libros, y autores, es suyo.  Como digo estoy con El hombre duplicado, y llevo parada una semana en la página 73 por culpa de un párrafo que no logro comprender. Y esto no sería mayor problema si mi tozudez a la hora de buscarle sentido a todo me permitiera aceptar la explicación que creo haber encontrado para seguir leyendo, que no es otra que substutuir una coma por un punto, sin darle más vueltas, sin querer saber por qué está ahí esa coma, sin necesidad de ponerle nombre: errata, fallo en la traducción…. Estos dos supuestos no son por sí mismos una gran amenaza, ya que no me costaría mucho aceptarlos. Lo que los hace peligrosos es que conviven con una tercera opción: la de que el texto esté bien redactado y traducido. Ahí está el cincuenta por ciento de mi problema; si el texto está bien para mi se convierte en incomprensible. El otro cincuenta por ciento es no poder pasar página hasta no hallar la verdadera explicación. No la más adecuada o la más probable, sino la verdadera. Y como esto no es posible mi cabeza seguirá dándole vueltas y vueltas hasta que decida rendirse. Y mientras el libro permanecerá cerrado en mi mesilla, a la espera de que algún resorte en mi mente haga click sin que mi consciente se percate de ello, y pueda seguir leyendo éste y todos los que vienen detrás.

Fijaos que creo haber tropezado ahora mismo, mientras escribo, con el nombre que le viene al pelo a mi problemilla: falta de seguridad en mi y en mis criterio frente a determinadas cuestiones.

 

Y a partir de aquí que sólo lean los que estén dispuestos a comerse el tarro conmigo.  El párrafo en cuestión es el siguiente:

     «No es exactamente así. Hubo un tiempo en que las palabras eran tan pocas que ni siquiera las teníamos para expresar algo tan simple como Esta boca es mía, o Esa boca es tuya, y mucho menos para preguntar Por qué tenemos las bocas juntas. A las personas de ahora ni les pasa por la cabeza el trabajo que costó crear esos vocablos, en primer lugar, y quién sabe si no habrá sido, de todo, lo más difícil, fue necesario comprender que se necesitaban, después, hubo que llegar a un consenso sobre el significado de sus efectos inmediatos, y finalmente, tarea que nunca acabará de completarse, imaginar las consecuencias que podrían advenir, a medio y a largo plazo, de los dichos efectos y de los dichos vocablos.»

.

Y así es tal como yo creo debería ser:

      «No es exactamente así. Hubo un tiempo en que las palabras eran tan pocas que ni siquiera las teníamos para expresar…»

.

¿Sabéis qué?, dejaré que cada uno me dé sus opciones de dónde debería ir un punto en lugar de una coma. Mi opción aquí

 

      

Read Full Post »

Sé que parece que me he vuelto muy cascarrabias, sé que parezco en guerra con el mundo, pero yo siento que es el mundo el que está contra mi.

Vengo de Vigo, ese lugar tan maravilloso para ir un miércoles a las diez de la mañana con coche propio. Vengo del mismísimo centro, de la Gran Vía, y si esto parece poco motivo para mi malestar añadiré que vengo de llevar a mi padre a la mutua. Me gustaría saber de quien fue la brillante idea de poner la mutua en pleno centro de una cuidad.

Ayer tarde mi padre sufrió un pequeño accidente laboral. Era ya la hora de salir, por lo que después de comunicarle al jefe lo del golpe que le dio un tronco en una rodilla, decidió venirse a casa con la esperanza de que el dolor disminuyese y poder trabajar hoy. Al no ser así, esta mañana recogimos el papel en la empresa para ir a la mutua, y allá que nos fuimos. Estoy convencida de que en los curriculums de los aspirantes a cualquier puesto en una mutua lo que más se valora es el borderío y la mala leche, porque a la que no vas con la cabeza colgando o un brazo a rastras ya te miran mal. Como era de esperar le han derivado a la seguridad social, ( y digo como era de esperar, porque con esta misma gente ya tuve que pelearme hace un par de años para que le dieran la baja a mi padre cuando, tras un golpe también con un tronco, ellos mismos le dieron doce puntos de sutura en la cabeza con la pretensión de que siguiera trabajando en el monte, él sólo, y a pleno sol) argumentando que lo de mi padre es artrosis, y de nada sirvió que le aclaráramos que la artrosis no le ha impedido trabajar hasta ayer mismo, justo, ¡qué casualidad!, hasta el momento de que un tronco le cayese encima de una rodilla.

En serio, en mi cabeza no cabe que pueda haber tanto maldito interés económico por parte de determinados sectores.

¡¡Gentuza!!

Read Full Post »

Me siento absolutamente extraña.  Pero no sólo por el tiempo que hace que no escribo una entrada, que también, sino porque WordPress ha cambiado la página de administración, y estoy tan perdida que no sé si sabré publicar ésta. Aunque esto no es realmente una entrada, sólo es algo así como una nota, un posit, para deciros que todo está bien.

Creo que pronto volveré, ya que a juzgar por lo insoportable que se está volviendo mi madre, la cosa va bien. Cuando empieza a quejarse más de lo habitual y a poner (más) pegas a todo es que está bien. Ahora tiene tortícolis y llora a cada rato. Llamadme insensible, pero no sabéis lo que es soportar a alguien que llora por la «desgracia» (así lo denomina ella en su retahila)  que supone que la vida te ponga ante la dura prueba de soportar una tortícolis.

Sé que estoy dando la imagen de una pésima hija, dando a conocer detalles que desde fuera pueden parecer ridículos y facilmente soportables, pero estoy muy tranquila. Os pondré un pequeñísimo ejemplo de cómo es mi madre: Ayer la visitó una vecina a cuya hija, con cuarentayalgunos años, le han diagnósticado un cáncer de los peores. Imaginaos cómo estará esa mujer. Pues bien, nada más verla, mi madre puso su cara más patética y soltó su muchas veces practicado llanto de: «qué desgraca la mía, con lo bien que estaba, y mira qué palo me ha dado la vida» (aquí debería aclarar que le han extirpado la vesícula biliar). Como os lo cuento. Mi madre es así. La pobre mujer soportó el chaparrón, y yo me salí del cuarto para no ponerla a caldo, porque ni se me ocurre hacer algo así, ya que con ello le daría pie a que elucubre (más) sobre lo desgraciada que es. Yo no le doy ni un solo motivo al que ella pueda agarrarse para hacerse (más) la víctima de sus imaginadas desgracias. Yo me comporto como la perfecta hija. Puede sonar a hipocresía con mayúsculas, pero no pienso darle jamás un motivo para que se queje de mi. Jamás.

Sólo alguien como ella podría hacerme olvidar tan pronto la angustia que sentí la noche que la operaron, cuando, tras salir de quirófano, mis hermanas me telefonearon para decirme que toda esperanza de vida se centraba en que superase la noche, y que las posibilidades eran más bien pocas, (todo ello debido, no a la extirpación de la vesícula, sino a la obesidad). Nunca olvidaré el terror que me provocaba que pudiera sonar el teléfono. Si eso ocurría la noticia sería la peor. No podía hacer nada, sólo esperar que amaneciese, sentada en mi cama, con el móvil en una mano y la medalla de San Antonio en la otra. Jamás he sido tan consciente de cuan largo es un segundo, y de que en cada minuto hay sesenta de esos eternos segundos, y que los minutos han de pasar lentamente hasta conformar cada una de las ocho terribles horas que faltaban para que amaneciese. Amaneció. Todo quedó atrás, como una broma pesada, como una noche irreal, y todo pasó a ser tranquilo, sin ninguna clase de peligro. 

Y aquí me tenéis, intentando mantenerme cuerda, porque no sé quien de las dos es más monstruo.   

Read Full Post »

Hoy es viernes, y creo que es el día perfecto para realizar una encuesta ya que hasta el lunes no publicaré nada más, con lo que habrá tres días para recibir opiniones.

La cuestión es que hace ya unas semanas que siento la necesidad de hacer una cosa, pero no me atrevo. Tengo mucho miedo del resultado, tanto, que cada vez que calibro la posibilidad de llevarlo a cabo se apoderan de mi estómago unos nervios feroces y los latidos del corazón dejan de ser ritmicos para volverse frenéticos. Pero la necesidad de realizarlo persiste.

Si repaso las fotos de diferentes etapas de mi vida casi nunca encuentro dos en la que lleve el mismo corte o color de pelo. Lo he tenido largo, corto, rizo, liso, con mechas, rojo… Precisamente cuando lo tuve de esta última manera (rojo) es cuando mejor me he sentido.  Hace cosa de un año intenté ponérmelo morado, me encanta el pelo morado, pero, o la peluquera era una inepta, o el tinte era de muy mala calidad, o es cierto que mi pelo no admite bien los colores, porque no hubo manera humana de que, tras sesiones intensas y odiosas de decoloraciones y coloraciones, mi pelo cambiara de color. Esto último va a ser cierto porque, tras de mí fue mi hermana, y en la misma peluquería y con el mismo tinte se puso una mechas preciosas de  (mi)  color morado.

Bueno, a lo que vamos. Ya me he cansado de mi pelo largo y siento una necesidad imperiosa de cortarme el pelo, y aquí os pido que entendáis la frase literalmente, «cortarme el pelo», cotármelo yo. Meter las tijeras e ir cortando hasta que me guste el resultado. Pero me da miedo no alcanzar el punto donde me guste el resultado. Infinidad de ocasiones me imagino cosas que luego no son factibles. Quiero decir, me imagino un corte precioso, revuelto, que se note que son tijeretazos a diestro y siniestro, nada de corte bien hecho… pero, ¿ y si eso que yo me imagino no me queda bien?

Suele importarme un pimiento infinidad de cosas, pero hay otras sobre las que me obsesiona hacer el ridículo. Entonces, ¿si me obsesiona hacer el ridículo, por qué narices necesito cortarme yo el pelo? ¡Con lo fácil que es ir a una peluquería y que (no) te entiendan (nunca) lo que realmente quieres hacerte! 

En vuestras manos lo dejo:

¿Me corto yo el pelo o voy a la peluquería?

Read Full Post »

Older Posts »